Para mucha gente ya han llegado las vacaciones de Semana Santa, sobre todo para los niños (qué alegría, que emoción). A partir del lunes tendrán todo el día libre y los padres afortunados que también tengan vacaciones se lo pasarán en grande entreteniendo a sus retoños.
A mí me suele pasar justo al revés. Tengo todos los días del año para dedicárselos a mi churumbel, excepto los periodos vacacionales (es lo que tiene ser la sustituta) como navidades, semana santa y verano. Muchos pensarán, "¡pues que putada!" pero yo, como todo el mundo, suelo estar deseando de que lleguen estas fechas.
Me siento afortunada por haber podido pasar tanto tiempo junto a Pintxo este primer año y medio de su vida. Lo he disfrutado un montón, he visto su evolución día a día, minuto a minuto me atrevería a decir, y soy consciente de que eso es impagable porque estos años no se vuelven a repetir.
Pero es que 24 horas al día juntos durante un montón de días seguidos llega a cansar. Necesito que corra el aire un poco y sobre todo cambiar de tareas. Necesito hacer más cosas aparte de compras, comidas, meriendas, cambios de pañales, cambios de ropa, jugar al pilla-pilla, al cucu, de ir a los columpios, de recoger palos... Así que estoy la mar de contenta porque a partir de la semana que viene me libro de esas cositas aunque solo sea en parte, y podré dedicarme a otras sin que un enano me interrumpa todo el rato.
En definitiva, estoy deseando echar de menos a Pintxo y que también él me eche de menos a mí, así apreciaré más y mejor el tiempo que pasamos juntos.