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lunes, 10 de marzo de 2014

A quien madruga Dios le ayuda

Si lo que dice el título es cierto, yo me pido el bote del euromillón de esta semana! Siempre me ha sabido a consuelo este refrán y curiosamente nunca me he acordado tanto de él como últimamente, y eso que no madrugo tanto, lo reconozco.

Se dice que después de tener hijos ya no se duerme igual que antes, ¡y qué verdad! Aunque ya llevemos muchos meses durmiendo del tirón la calidad de mi sueño deja mucho que desear y ahora encima, también me toca madrugar!

Yo me sentía afortunada porque mi querubín desde que empezó a dormir toda la noche lo hacía hasta las 8:30 o 9 de la mañana, que es una hora estupenda y yo le quería cada día más por ser tan considerado con su madre y querer reparar todos lo daños psíquicos ocasionados por la falta de sueño de los primeros meses.

Pero parece ser que empieza a pensar que tal vez me estoy convirtiendo en una marmota y que es más divertido tocar las narices desde bien temprano.
Cuando era más pequeño y se despertaba temprano, tomaba el biberón de desayuno y seguía durmiendo hasta las 9. Ese era mi momento de gloria, si quería me volvía a meter en la cama y si me apetecía ducharme y desayunar tranquila me levantaba y empezaba el día.

Ahora es otro cantar.

Puede que sea porque junto con la llegada de la primavera el día se está haciendo más largo y amanece antes, pero yo ya me cercioro por las noches de que la persiana se quede bien bajada y no entre ni gota de luz. Pero nada. Lo que antes era excepción ahora se ha convertido en regla, y a las 7:30 de la mañana el pequeño ruiseñor ya me está llamando.

Ahora ya no funciona lo de el biberón y vuelta a dormir, y mira que lo intento. Incluso me lo llevo conmigo a la cama a ver si concilia el sueño, pero tampoco. Remoloneamos un rato los dos y cuando me canso de tortazos que pretendían ser caricias, tirones de pelo, pellizcos de nariz y estiramientos de orejas, decido encender la luz, resignarme y empezar el día. Así por lo menos el reloj ya marca más de las ocho que moralmente me da un empujón.

¡Feliz semana!

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